¿Cómo funciona un sistema de calefacción con gasoil?

El gasoil sigue siendo una de las formas más fiables y estables de calentar una vivienda durante el invierno.

Y no lo decimos nosotros, que nos dedicamos a la distribución de gasóleo para calefacción en la provincia de Girona: según la iniciativa europea Rural Energy, basada en datos de Eurostat y la Comisión Europea, en las zonas rurales de España el fuel-oil representa cerca del 10 % del consumo final de energía para calefacción.

De hecho, en muchas zonas rurales o de temperaturas frías sigue siendo la opción que no falla cuando otras energías se encarecen o dependen de redes externas. Y es que, a diferencia de otros sistemas, la calefacción con gasoil ofrece autonomía total: tú decides cuándo repostar, cuánto consumir y qué nivel de confort quieres.

Componentes del sistema

Pero vayamos al asunto que nos ocupa: los componentes de un sistema de calefacción a gasoil. Tres elementos que deben trabajar en equilibrio. Si uno falla, el rendimiento del sistema entero se resiente.

El depósito

El depósito es el punto de partida del sistema: almacena el combustible que alimenta la caldera.

En viviendas unifamiliares, lo habitual es contar con depósitos de entre 700 y 1.000 litros, suficientes para cubrir una temporada completa de calefacción (además de ser mucho más sencillos de gestionar a nivel normativo).

Desde el depósito, el gasoil llega a la caldera por gravedad o mediante una bomba, dependiendo de la instalación.

La caldera

Como podéis imaginar, la caldera es la encargada de convertir el gasoil en calor.

En su interior, el combustible se pulveriza y se mezcla con aire, generando una llama que calienta el agua del circuito.

De ahí, el agua caliente pasa a los radiadores o al suelo radiante.

El sistema es simple, pero se ha ido puliendo con los años, llegando a incorporar regulación automática y mecanismos de condensación, que permiten a las calderas modernas obtener más calor con menos consumo.

 La red de distribución

Una vez el agua está caliente, se distribuye por las tuberías hacia los radiadores.

Aquí lo más importante es mantener el equilibrio hidráulico, algo que ocurre en todos los sistemas de calefacción. Si una habitación calienta más que otra, probablemente el caudal no esté bien ajustado y toca revisar qué está fallando.

Por eso incluimos en este punto el termostato: un elemento esencial que permite regular la temperatura y optimizar el consumo, evitando que la caldera funcione más tiempo del necesario.

En definitiva, el buen funcionamiento de un sistema de calefacción con gasóleo depende de la armonía entre el depósito, la caldera y la red de distribución. Cuando estos tres elementos trabajan de manera equilibrada, la vivienda mantiene un confort estable y fiable incluso en los días más fríos.

Por eso es tan importante contar con proveedores de gasoil a domicilio que garanticen un suministro seguro, puntual y de calidad. Elegir un equipo de confianza no solo asegura que nunca te quedes sin combustible, sino que también contribuye a la durabilidad y eficiencia de tu sistema.

Si necesitas asesoramiento o quieres programar tu próximo suministro, estaremos encantados de ayudarte a mantener tu hogar cálido y preparado para el invierno.

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